martes, 24 de mayo de 2016

MARRUECOS: CUANDO VIAJAR ES CONFIAR.

Durante el puente de San Isidro (que celebramos en Estepona, ya que es su patrón) decidimos realizar un miniviaje por Marruecos. Todo viaje es también un reto y una enseñanza, pero este concretamente para mí lo fue más.

Chaouen
No es la primera vez que viajo a este país (es la tercera y la cuarta del costillo), que nos fascina a ambos. Pero sí la primera vez que lo hago en grupo y de forma tan organizada. Un amigo nuestro lo organizó, como un VIAJE CULTURAL Y FOTOGRÁFICO que incluía la visita a las ruinas romanas de Volúbilis y Lixus (ambas suponen los enclaves más al sur de esta civilización), así que llamaba mucho nuestra atención.

Este viaje me ha supuesto un reto por varios aspectos:

- El primero de ellos, porque nos apuntamos con bastante antelación, algo que no me gusta y que supone que luego surja algo y no puedas ir. En mi caso con las intervenciones de urgencia de mi padre y su hospitalización no supe si iría hasta el último momento.

- Que sea algo tan cerrado y cuadriculado, soy más partidaria de viajar a mi aire (o ahora al nuestro), e ir mezclando cierta organización con un mucho de improvisación, pero eso en un grupo de viente personas resulta impensable, ,y eso me lleva al siguiente punto.

- Viajar con un grupo formado por veinte personas, cuando estás acostumbrada a viajar en pareja o sola, no sé a vosotros, pero yo he tenido mis dudas hasta el último momento. Más aún cuando es un país que ya conocemos y por el que sabemos movernos.

Chaouen
Todos estos prejuicios, o aspectos que a priori me dieron algún quebradero de cabeza, quedaron en el olvido de inmediato. Si bien es cierto que un viaje, más aún como éste en el que pasamos tantas horas juntos viajando en un minibus y en una furgoneta (íbamos separados en dos vehículos), da para conocer más y mejor a la gente, y en este sentido ha habido gente que me ha sorprendido, tanto para bien como para mal, aunque más lo primero.

El viernes salíamos de Estepona a mediodía para embarcar desde Algeciras rumbo a Ceuta, donde nos esperaban los vehículos y sus conductores,  y poner rumbo a Chaouen (o Chefchaouen), un pueblecito del norte de Marruecos, pertenciente a la región que lleva el mismo nombre, enclavado entre las montañas del Rif, con una medina preciosa y cuyas casas están pintadas en color azul añil. El sitio es una delicia y su gente encantadora. Ya tuvimos la suerte de pasar allí cinco días en un viaje anterior. De lo cual me alegro, porque esta visita se quedaba muy corta, ya que sólo hubo tiempo de pernoctar allí, dar un paseo nocturno antes y después de cenar (a altas horas de la madrugada) y desayunar antes de partir rumbo a Volúbilis.

Ruta día 1


El sábado el plan era viajar hasta el yacimiento de Volúbilis, ubicado muy cerca de Mulay Idris (ciudad sagrada para los marroquís) y a solo 20 km de la monumental Meknes (que aún no conocemos). Después comeríamos en algún restaurante próximo y enlazaríamos con Larache, donde llegaríamos a tiempo de dar un paseo e irnos a cenar una rica cena de pescado y maricos propios del Atlántico. Volúbilis nos fascinó, es uno de los yacimientos romanos mejor conservados de África, es Patrimonio de la Humanidad desde el 97. El arco del triunfo de Caracalla y sus mosaicos en tan buen estado de conservación bien lo merecen. Fue una de las capitales reales con Juba II. La ciudad de las adelfas rosas, como indica su nombre en bereber, Walili. Y en cuento a Larache es una ciudad costera que tiene el encanto de las ciudades que no son turísticas, y en Marruecos es muy de agradecer, su medina, su zoco, son mucho más auténticos y eso te permite mezclarte con los autóctonos, eso sí, sin pasar desapercibido. Su paseo marítimo también es precioso, con el castillo portugués en un extremo.

Ruta día 2

Ruta día 2 
Y en el día 3 el plan era visitar las ruinas de otra antigua ciudad romana, Lixus, a la que llegamos en barcas (esto fue una sorpresa de última hora) navegando desde el puerto de Larache por el río Loukkos, luego allí nos recogería nuestro transporte, para dirigirnos a comer a Asilah y emprender la vuelta rumbo a Ceuta para coger el barco hasta Algeciras. Si Volúbilis me había fascinado, Lixus lo hizo más, a pesar de ser más modesta y menos monumental, pero por su situación en un enclave de singular belleza. Y Asilah ya la conocíamos, de hecho el año pasado por las mismas fechas habíamos estado allí, pero nos encantó volver a pasear por sus calles blancas y azules, descubrírsela a nuestras amigas y disfrutar de esas aguas azules y esas vistas que te ofrece.

Ruta día 3
Marruecos, ya lo he dicho, es un país que me fascina. Hay que quitarse muchos prejuicios antes de ir, y saber que a pesar de esos 14 km de mar que nos separan es un mundo (y pareciera que también un tiempo) completamente distinto. A pesar de la imagen que podamos tener de la gente y del bullicio, hay un dicho en Marruecos que se dice mucho, y es "prisa mata", y en este viaje hemos aprendido la segunda parte, "y la pausa remata". Allí no hay prisa para nada, y eso hay a quien pueda estresarle. Se vive a otro ritmo y de otra manera, ciertamente más pobre, pero también más auténtica, valorando más lo que tienen, o dando valor a lo que realmente lo tiene.

Volúbilis
Hay gente quien piensa que en Marruecos todo el mundo te quiere engañar, que te acosan o que las condiciones de higiene no son las mejores. Lo primero no es cierto, aunque sí es cierto que está la picaresca y si te pueden vender algo más caro de lo que es, lo harán (para eso está el regateo), o si te pueden sacar una propina. En nuestro primer viaje juntos dejamos a un señor de Chaouen todas las medicinas que llevábamos (que no eran muchas), nuestras mochilas (unas de publicidad), libretas, bolígrafos, unas botas viejas (que no inservibles) y nos lo agradeció con creces (algo que para nosotros carecía de valor).

Volúbilis
Sobre lo segundo, pues hay lugares y lugares, es cierto que a veces debes hacer tus necesidades en un agujero en el suelo (pero en las casetas de la feria de Sevilla, por poner un ejemplo, también lo hace la gente, y nunca oí a nadie quejarse). Pero hay muchos hoteles, restaurante, bares, más a la europea donde no es así, y en la mayoría de ellos hay también una señora que lo matiene limpio y te facilita papel por unos centimillos (dirhams en este caso).

Larache
Y hablo de confiar porque cuando te adentras en ese territorio o confías o lo vas a pasar mal, reconozco que no me fue fácil la primera vez, pero en las siguientes ha sido pan comido. Hemos cogido taxis colectivos, y viajado de una ciudad a otra (a veces a hora un hora y media de distancia) con desconocidos (siete personas en un coche de cinco plazas), hemos cogido un taxi solo para nosotros y hemos ido parando en lugares, dejando nuestra maleta y documentos dentro a cargo de un taxista a quien tampoco conocíamos, hemos tomado el té en una tienda de alfombras en una calle escondida del laberinto de calles que es la medina. En fin, que si no te vas a dejar llevar ni vas a confiar en la gente, mejor no viajar a estos lugares.

Río Loukkos
Lixus
Hablo también de confiar, porque en este viaje hemos pasado mucho tiempo juntos con otras personas, entre todas había algún lazo (eso de los amigos de amigos) pero no todas nos conocíamos entre nosotros. Hemos comido y cenado tardísimo, en lugares que no eran los acordados. El almuerzo del sábado (reservado en un restaurante) acabó siendo un almuerzo-merienda en un bar de carretera junto a una gasolinera. Todo improvisado, pero en poco tiempo nos organizaron amablemente, cuando ya estaban cerrando el chiriguinto, una comida para más de veinte comensales (8 kg de excelente carne que despiezaron ante nosotros y que conviertieron en kefta (albóndigas) y filetes, aderezado con verduras ricas, acompañados de té, y de postre unos excelentes melones.

Asilah
En definitiva que a Marruecos hay que ir con la mente y el corazón abiertos y dejarte sorprender. Y sobre todo no pretender controlarlo todo, porque resultará imposible (o puede que incluso aburrido).

Hay muchas más cosas que quiero contaros, libros que reseñar, pero no me sobra mucho tiempo últimamente. No me esperan días fáciles, pero toca confiar, y cuando vuelvo de Marruecos siempre lo hago con las pilas puestas y la confianza en vena.

Hay también muchas anécdotas y muchas risas, pero sólo os contaré una (lo prometo), hace cinco años, en nuestro viaje a Chaouen buscábamos una cartilla de las de aprender a escribir en árabe (como una que tenía mi costillo) para regalar a un amigo. Un amable librero de un modesto negocio en esta ciudad nos la consiguió, nos hicimos una foto con él que luego le enviamos impresa y en tamaño grande por correo. Nunca supimos si la recibió. El sábado por la mañana caminando maleta en mano para marcharnos este señor, tan entrañable, me vio en la calle y me paró, me llamó amiga, luego vio a mi costillo y volvimos a repetir la foto con él. Yo lo había visto la noche del viernes al llegar, pero pensé que no me reconocería. Os parecerá una tontería, pero a mí me resulto entrañable cuando llevó su mano al corazón y me saludó con la palabra amiga.


As salam aleikum

Asilah


martes, 10 de mayo de 2016

PENSIÓN LEONARDO - ROSA RIBAS


He de reconocer que elegí este libro por su portada, lo vi un día en el Kindle Flash de Amazón, llamó mi atención y lo compré. Me tentaron tanto su portada, como el saber que pertenecía a Nuevos Tiempos de Editorial Siruela, que en general suelen ser un acierto, y por supuesto, también su precio.

No era un libro que en un principio hubiese pensado reseñar, porque aunque es una lectura que me ha gustado no es de las que me han entusiasmado y estoy deseando venir a aquí a recomendarla. No osbtante es una historia bastante entrañable, y quizás a alguien que me lea pueda gustarle más que a mí, y por otro lado, porque me viene bien para seguir con el Reto 25 españoles, que dicho sea de paso, no llevo muy bien a estas alturas del año (pero no me voy a agobiar con eso, si llego bien y si no también).

Pensión Leonardo es un alojamiento modesto en el barrio barcelonés de Poble Sec, a mediados de los sesenta, regentado por una familia humilde, la de Lali, una niña de doce años, a través de cuyos ojos y sus palabras vivieremos esta historia.

Se trata de la historia de una familia, la de Lali, con un padre tuerto (por una herida de guerra), su madre, y sus tres hermanos (Mercedes, Jaime y Bernardo), y una historia familiar llena de secretos que Lali tratará de ir descifrando. Es también la relación con otros personajes, Peret y Luciano, que regentan el bar donde comen los huéspedes de la pensión, Julia, la amiga "pija" de familia pudiente y Amado, un chico menor que ella que será su amigo y compañero más fiel. Y por supuesto los distintos huéspedes, los fijos y los provisionales, que irán pasando por la pensión y entrando en la vida de la niña.

Lali es una niña lista, soñadora y sensible, en un ambiente que no acompaña precisamente todas esas cualidades.

Varias líneas del libro definen muy bien la vida en el establecimiento y las relaciones que se establecen.

"La pensión no era un paraíso un arcádico, sino el lugar en el que ocho hombres vivían diferentes formas de desarraigo".

"Cada familia guarda su repertorio de silencios compartidos".

La historia es entrañable, y aunque yo nací a mediados de los 70, muchas de las cosas que se cuentan me resultan familiares. Pero es una historia triste y son unos personajes, en su mayor parte, desgraciados. Sin embargo, ¿qué es lo que no me ha gustado de la novela? Pues desde mi punto de vista, como lectora, hubiera deseado ahondar más en unos personajes, que, insisto, a mi juicio, se quedan cortos. Una tiene ganas de concerlos más, de profundizar más en ellos, en sus historias, sus sentimientos y resulta que cuando terminas la historia te quedas con ganas de más.

Está bien escrita, porque Rosa Ribas, a quien no conocía, escribe bien, tiene frases que he ido subrayando mientras leía, evoca situaciones y emociones de una forma estupenda, y las descripciones consiguien situarte en el lugar o la escena que relata, pero a mí me sigue faltando ese algo que está en los personajes. Y quizás también, no estoy en un momento en el que me apetezca leer tristezas.

De todos modos, es fácil y ameno de leer, y la historia te atrapa (sin llegar a engacharte), así que si sentís curiosidad, leedla y me contáis.

A esta lectura le han seguido Le llamé corbata, Un monstruo viene a verme, Una madre y Yo antes de ti, que he disfrutado más, sobre todo estas dos últimas. Todas ellas quedan pendientes de reseñar en los próximos días (o semanas o meses...).






lunes, 2 de mayo de 2016

ABRIL, SOL Y PASEOS.

En un ejercicio de positivismo en toda regla y en la línea de los #366happydays en los que me embarqué con Eva (Itaca buscando a Ulises) no he querido dejar atrás mi cita con lo mejor del mes que termina, aunque no sean estos, precisamente, días de vino y rosas.

- Mis experimentos veganos en la cocina.

- Disfrutar de "El viaje de Chihiro" acompañada de comida japonesa.

- Visitar en Ronda a los padres del costillo y conocer al fin las delicias de Ronda Sweet Bakery.


- El concierto de Ara Malikian. Lo más de lo más, qué entusiasmo y cuántas ganas de volver a disfrutarlo.


- El finde cordobes, para la presentación del blog de mi costillo: Al- Andalus, Arqueología e Historia.
 Fue un fin de semana estupendo, que dio para mucho, sobre todo para disfrutar de las buenas compañías y de un sinfín de risas. Gracias a Espe (del blog del ave migratoria)  por su presencia.


- Que mi padre esté saliendo con éxito de ciertas complicaciones de salud.

¿Qué tal ha sido vuestro mes? En mayo, más y mejor (o eso espero).