domingo, 23 de agosto de 2015

VACACIONES DE VERANO VI


Maravillosa, Saint Sernin.

Llegamos a Toulouse el 13 de julio, el día antes de la fiesta grande de los franceses, de su fiesta nacional, así que la ciudad nos recibía engalanada para la ocasión. Esta ciudad estaba en nuestros planes por varios motivos, las ganas de conocerla, ya que tenemos unos amigos aquí (Estepona) que suelen ir cada verano (visitas familiares) y nos habían recomendado visitarla, es la cuarta ciudad mayor de Francia y además, estaban las ganas de reecontrarme con alguien. El año de mi llegada a mi centro actual trabajé con dos auxiliares de conversación majísimos, uno de ellos de Arcachon, ciudad que ya visitamos, aunque a él no pudimos verlo puesto que reside actualmente en Estados Unidos (cosas del amor), bastó con conocer su patria chica y le enviamos una postalita desde allí. Y M. una chica de Toulouse con quien hice muy buenas migas y con la que he seguido en contacto, aunque sin verla durante estos más de tres años. Ha sido un placer volver a verla, conocer a su chico y festejar con su familia el 14 de julio acudiendo a los fuegos artifiales junto al Pont Neuf para después tomarnos algo juntos y aprender de primera mano sobre esta ciudad y su gente. (Entre otras cosas su pasión por las canciones de Nougaro, un artista tolosano, ya fallecido, a quien admiran muchísimo).

Aquí os dejo una de sus más célebres canciones (que todos daban por hecho que debía conocer).


Toulouse es conocida con el sobrenombre de Ciudad Rosa, por el color característico de sus edificios, aunque a nosotros no nos lo pareció, la hubiéramos llamado mejor la ciudad naranja, o incluso marrón (aunque entiendo que esto último no suena muy bien).

Escultura en un parque, me encanta.
Llegamos por la tarde, nuestro alojamiento,  un apartahotel, el Adagio Access Toulouse Jolimont fue difícil de encontrar, pero fue más culpa nuestra que otra cosa. Resultó ser un sitio que estaba bastante bien, por su amplitud, la comodidad de la cama, la mini-cocina que nos permitía hacernos el desayuno o improvisar una cenita, pero sobre todo porque la puerta del hotel y la de la entrada al metro estaban al lado una de la otra, a 2 minutos, y eso nos facilitó mucho el movernos por la ciudad. Mencionar también el personal amabilísimo del establecimiento y que dispone de piscina, que con el calor que hacía en esos días era de agradecer, aunque nosotros ni la pisamos. Ya tenemos piscina aquí todo el año, y nuestro objetivo no era ir a Toulouse a tomar el sol o bañarnos.

Nuestra primera tarde en la ciudad fue un poco decepcionante para ambos. Pillamos todo cerrado, incluída la oficina de turismo cuando la encontramos (que no estaba muy bien señalizada), las tiendas, museos y monumentos para visitar, y había muy poca gente por la calle. Nos pareció una ciudad con poca vida. Nos dedicamos a pasear por la ciudad, ver las fachadas engalanadas para la celebración y nos dirigimos a ver (por fuera) esa joya del románico que es la basílica de Saint Sernin de Toulouse. Uno no puede visitar esta ciudad y venirse sin verla, es además una importante etapa en el Camino de Santiago. Paseamos por la Place du Capitole e hicimos fotos de su majestuoso Ayuntamiento

El Ayuntamiento engalanado.
El día siguiente sería mejor y nuestra visión de la ciudad cambió notablemente, una vez que en el hotel, visitando varias páginas de turismo sobre Toulouse, planifiqué mejor la jornada que nos esperaba.


Una de las visitas obligadas sería la del Museo Saint Raymond, siendo mi costillo arqueólogo unas horitas allí estaban garantizadas, y el museo bien  lo merece. El propio edificio que alberga la colección es ya de por sí un edificio histórico, siendo en la Edad Media una residencia universitaria. Situado junto a la basílica de St. Sernin. Es un museo arqueológico con una colección muy importante de restos principalmente romanos. Sería interminable que os relatara aquí todo lo que vimos, a mí me encantaron los mosaicos y algunas maquetas y recontrucciones, realizadas por un tal Denis Delpalillo, especialista en maquetas arqueológicas. La maqueta del ábside la primera iglesia de La Daurade , que también visitamos me gustó mucho. Por cierto, las chicas que nos atendieron en la recepción del museo y con las que luego hablamos un buen rato tras nuestra visita nos parecieron encantadoras. 


La iglesia de La Daurade, en la orilla este del Garona, junto al museo de Bellas Artes. Recibe el nombre del La Dorada por los mosaicos que antaño adornaban su interior, también en origen era casi circular (de planta decagonal), y la virgen que en ella se veneraba también desapareción en el siglo XIII. Os cuento todo esto, porque la iglesia que vemos hoy en día, muy poco ya tiene que ver con la de sus orígenes. En su interior, actualmente, se venera a una virgen negra (Nuestra Señora de la Dorada) a quienes principalmente van a ver las mujeres embarazadas para pedirles por un buen embarazo y el nacimiento de un niño fuerte y sano.

El conjunto conventual de los jacobinos es de lo que más me gustó, junto al museo arqueológico. Buen ejemplo de arquitectura gótica, con un claustro precioso, en su mayor parte reconstruido, ya que tras la revolución francesa se vio muy afectado. Con varias intervenciones arqueológicas y de reconstrucción que se explican al visitante mediante unos audiovisuales que se pueden ver y oir individualmente en nuestro recorrido por el claustro. En la cripta del convento descansan los restos de Santo Tomás de Aquino. Además de su claustro, lo que más llama la atención es una bóveda de 22 metros de altura sostenida por una columna estrellada de once brazos y que se conoce como la palmera, porque esa es la impresión visual que da al visitante al contemplarla desde abajo. Las pinturas murales que decoran la capilla de St. Antonin también son una maravilla. Es además un buen lugar para resguardarse el calor, ya que en el claustro hay colocadas unas tumbonas comodísimas de tela y madera para el mejor reposo del visitante.

Palmeras, convento jacobinos.
Y no puede faltar un paseo por el viejo Toulouse y sus palacetes renacentistas, nosotros visitamos el
hotel d' Assézat (actual sede de la fundación Bemberg). Estos palacetes fueron construidos como vivienda para burgueses, mercaderes principalmente, que en Toulouse y durante este período se enriquecieron gracias al comercio del pastel (tinte de tono azulado usado para teñir telas).

Palacio de Assézat.
Pasear a orillas del Garona o por el Canal de Midi (Patrimonio Mundial de la Humanidad) son otras propuestas, si bien nosotros el Canal de Midi lo descubriríamos a su paso por Carcassonne, en nuestro siguiente destino.

La catedral de St. Étienne y su entorno. Con dos partes muy diferenciadas, una parte románica en la zona de la nave; y una parte gótica en el coro. Unos enormes contrafuertes en su exterior. Decir de ella que es una catedral rara, no parece muy acertado, pero la mezcla de estilos y de etapas le otorga un aire extraño, una mezcla y unas desigualdades, que si bien hacen de ella un edificio original, a mí no termina de convencerme.

Contrafuertes de la catedral

Alrededores de la catedral, ¿ciudad rosa?
No se me puede olvidar un buen lugar para comer, nosotros, animados por nuestroa amigos esteponeros nos decidimos por visitar L'entrecôte, un lugar al que no acudir si eres vegetariano o no te gusta la carne. Es un restaurante de plato único, lo que significa que allí todo el mundo come lo mismo. De primero, una ensalada con nueces, algo simple pero delicioso (por la materia prima), luego aparecen con un entrecôte, y lo único que decides es si lo quieres poco, muy hecho o al punto, acompañado de unas ricas patatas fritas a voluntad (todas las que quieras ir comiendo). Cuando trajeron mi plato me pareció grandé, pero al momento la camarera apareció con otra cantidad de carne similar que colocó en una bandeja metálica con unas velitas debajo para que me lo sirviera cuando acabara el primero, y luego vendría lo mejor, la carta de postres, ahí sí que se puede elegir, hay variedad, y los dos postres que probamos estaban exquisitos (fondant au chocolat maison et vacherin au chocolat).

A pesar de que no fue un amor a primera vista  ha resultado ser una ciudad que me ha gustado mucho y a la que me gustaría volver en otra ocasión, con menos calor y durante el curso, porque es sobre todo una ciudad universitaria y estoy segura de que con más vida debe ser mucho más animada. Eso sí, toda la gente que no habíamos visto salió de sus casas el 14 de julio por la noche para celebrarlo junto al Pont Neuf, con un magnífico espectáculo de fuegos artificiales y como fundo musical bandas sonoras de películas archiconocidad, todo un espectáulo pero con demasiada gente (al menos para mí, que suelo ir de las multitudes). 

Si vais en otra época, no dejéis de probar el cassoulet, a nosotros con estas calores no se nos apetecía, por más que nos insistieran. Es básicamente un guiso con alubias blancas y carne de cerdo, principlamente, junto a confit de pato, tocino magro y otras partes, mayormente grasientes, de animales. Algo similar a nuestros potajes o cocidos. Como somos de buen yantar nos hemos traído varias latas, con distintos tipos de cassoulet para degustar cuando las temperaturas vayan bajando, que mi amiga S. me ha dicho que los suele hacer al horno y están riquísimos (en plan fabada asturiana de lata). Ya sé que no será lo mismo, pero de verdad que no me apetecía ni mirar el plato.

Nos vemos en Carcassonne. 


domingo, 16 de agosto de 2015

VACACIONES DE VERANO V

A estas alturas del viaje, el sábado 11 de julio por la tarde llegamos a Burdeos.

Una ciudad desconocida para ambos, y que en un principio no estaba en nuestro recorrido, pero cuando mi costillo (el Sr. Pérez) andaba planificando la ruta y los kilómetros, yo le solté que ya puestos quería pasar un par de días en Burdeos. No sé si os pasa, pero a mí me ocurre a menudo, que cuando planificamos un viaje en coche, y sobre todo cuando este supera los 1000 km., yo siempre salto con eso de "ya puestos, nos podíamos acercar a Burdeos (en este caso) que no queda tan lejos". A mi costillo a veces lo saco un poco de quicio, porque me ocurre en cada viaje, y no tengo medida.

Burdeos, centro histórico
Capital de la región de Aquitania, Burdeos es la quinta ciudad más importante de Francia (de dicho ranking nos quedan por conocer Lyon y Marsella). Su área metropolitana forma parte de la conurbación Bordeaux-Libourne-Arcachon. La ciudad se conoce principalmente por sus vinos y desde 2007, su centro urbano (Puerto de la Luna) está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en mi opinión, merecidamente. Este año ostenta también el título de European Best Destination.

Nosotros habíamos elegido un hotel (Campanille Première Classe) a las afueras, próximo al aeropuerto, concretamente en Merignac, por dos motivos: su buena relación calidad-precio y por poder dejar el coche en el parking gratuito y poder disfrutar de la ciudad a pie y en el transporte público, sin tener que ocuparnos de aparcar el coche. Una opción que resultó ser muy recomendable, ya que teníamos la parada de metro muy cerca, dejábamos allí el coche y listos para disfrutar de la ciudad. 

No quiero extenderme demasiado, aunque Burdeos nos encantó, sobre todo a mí que soy más urbanita, el costillo se decanta más por lo rural y los pueblos. Con tal objetivo (el de no extenderme mucho) voy a intentar reflejar aquí lo que en un email he enviado a unas compañeras que en la próxima semana visitarán esta ciudad. 
 
Burdeos y su "miroir d'eau"

Me ha parecido una ciudad preciosa para pasear por sus calles, de hecho, eso fue lo que hicimos, no entramos en museos, salvo en una iglesia por la que pasa el Camino de Santiago, la de St. Pierre.  Con la suerte además de que el domingo a mediodía pudimos disfrutar de un mercadillo con productos locales a orillas del Garona. Allí compramos un pan delicioso, un paté, unos quesos y una buena botella de vino tinto, nos sentamos en una mesa con una buena sombrilla, rodeados de bordeleses y pasamos una jornada bastante agradable. Antes habíamos degustado unas otras buenísimas con un vino blanco en otra parte del mercado, como aperitivo. Unas ostras de Cap-Ferret que nos supieron a gloria, y a mar, por supuesto. 


Pequeños placeres
La Place de la Bourse y el barrio de St. Pierre son paseos imprescindibles, así como los alrededores de la catedral de St. André (donde por cierto también había mercadillo) y la iglesia de St. Michel

Otro gran atractivo, sobre todo en días de calor (como fue nuestro caso) es su gran espejo de agua, el más grande del mundo (con unos 3500 metros cuadrados), frente a la Place de la Bourse, bordeado por el Garona a un lado y las fachadas del siglo XVIII del otro, a nosotros nos encantó, y nos pareció una idea estupenda. Nos hicimos fotos, e incluso algún vídeo que enviamos a los amigos, y que me da cierto reparo subir aquí. Aunque creo que si pincháis aquí, se puede ver parte de uno.

Un lugar que os recomiendo para comer, encarecidamente es L'Entrecôte, nosotros probamos en Toulouse, pero en Burdeos también hay, fuimos por recomendación de un amigo de Estepona y nos encantó, pero de ese lugar ya os hablo mejor cuando toque el turno a Toulouse. 

Próximo a Burdeos o en sus alrededores os recomiendo visitar Arcachon, con playas fabulosas, buen ambiente, y la duna más alta de Europa, la de Pilat. Muchas opciones para elegir a la hora de comer o cenar (mejillones con patatas fritas, crêpes, ostras de Cap-Ferret, patés, quesos, pizzas, helados...). Nosotros elegimos para cenar una crêperie, concretamente Ty-coz, buena comida, buenos precios, y muy recomendada y recomendable. 

Playa, Arcachon
St. Emilion también está próximo, tiene buenos vinos (dicen que allí se vende el vino más caro del mundo) y es bonito, aunque en este caso, nosotros no lo visitamos. 

Y por último, Moissac, que nos encantó, aunque pilla ya un poco más lejos, a una hora y 45 minutos, si bien nosotros lo visitamos en nuestra ruta de camino hacia Toulouse. No se puede estar por la zona y no visitarlo. No estaba en nuestros planes, pero en cuanto cogí el mapa de carreteras como copiloto y vi las indicaciones, dije "tenemos que ir a Moissac" y así fue, allí se encuentra el monasterio de  Saint Pierre de Moissac, una joya del románico con uno de los tímpanos más conocidos de este movimiento artístico. Al menos yo, no podía haberlo visto tantas veces en los libros y pasar por allí sin más. Así que nos plantamos en el lugar, que es de una belleza singular. Mereció la pena sin duda, por el pueblecito en sí y por el monasterio que es una maravilla. 



Claustro y tímpano, St. Pierre de Moissac
Como anécdota, contar que cuando construyeron el ferrocarril Bordeaux-Sète, a su paso por Moissac, pasaron entre el claustro y el convento, dejando el conjunto dividido en dos, separando el sector sur, de la zona norte de la abadía, y  destruyendo para siempre el refectorio, una de esas barbaridades hechas en nombre del progreso. 

En Moissac compré unos jabones estupendos para regalar y quedarme con alguno, en una tiendecita de productos de cuidado personal y belleza típicos de la zona, regentada por un simpático señor con quien estuvimos conversando un buen rato sobre las bellezas del sur de Francia y del sur de España, principalmente. 

Y para comer, en este caso también fuimos afortunados con nuestra elección, comimos un menú en un restaurante muy bonito, en la plaza, a escaso 100 metros de la portada de Saint Pierre, llamado "Le Flore", con un servicio estupendo y amable y una comidad deliciosa por muy buen precio y en un patio estupendo. 

Creo que no me dejo mucho en el tintero, solo deciros, que Burdeos es una ciudad que nos sorprendió muy gratamente, y que si tenéis ocasión no dejéis de visitarla. Es de las que me apunto para volver. Además mi costillo, poco asiduo a visitar tiendas y grandes almacenes, hizo una compra de 10, y encontró una maletín mochila apañadísimo que fue luego bastante alabado en otros lugares de Francia y que le será muy útil el próximo curso. 




lunes, 10 de agosto de 2015

VACACIONES DE VERANO IV

Habiendo dejado nuestro periplo en tierras vascas y sin ánimo de escribir una historia interminable, os sigo narrando nuestros pasos, aún por el País Vasco, pero francés esta vez.

El País Vasco lo forman siete territorios históricos y culturales, que en España se correponden con las tres provincias de Euskadi (Álava, Vizcaya y Guipúzcoa) más Navarra y en Francia son Labourd, Basse Navarre y Soule que no se corresponden con entidades administrativas, sino que forman parte de un territorio mayor que es el depatarmento de Pyrénées-Atlantiques. Nuestra incursión fue sólo en una pequeña parte, la zona costera de Labourd, visitando, por este orden al subir desde Hondarribia: San Juan de Luz, Biarritz y Bayona.

Euskal Herria 
San Juan de Luz es un pequeño pueblo marinero, al fondo del Golfo de Vizcaya y a orilla del Cantábrico, que durante el siglo XVII fue uno de los puertos pesqueros más importantes de Francia y base de los corsarios vascos. Es un lugar que en honor a su nombre tiene una luz que lo hace especial, su ambiente, sus calles, la playa, el puerto, el paseo, y su colorida y concurrida Rue Gambetta llena de tiendas. Quizás otras ciudades cercanas, como la señorial Biarritz se lleven la fama, pero a mí, personalmente me gusta más la coquetería y la calma de este encantador lugar. En el día de nuestra visita era la fiesta del atún, así que estaba bastante animado, plazas, el puerto y los alrededores de su Mercado (Les Halles) estaban repletos de puestos para dedicar a tal fin, así como otros puestos con quesos, compotas, dulces y otros productos locales. 

Si tenéis curiosidad, aquí podéis encontrar más información. Yo os recomiendo su visita. (En mi caso es la segunda vez, y no descarto volver, pero para quedarme unos días más por la zona, por supuesto en otro momento). 

San Juan de Luz 


 
Fiesta del atún






Biarritz , con casi el doble de habitantes (que tampoco son muchos, unos 27.000 habitantes), es ya un lugar con un aspecto más urbano, y también más señorial, con unas playas estupendas, de arena fina y dorada y guijarros, nosotros concretamente nos refrescamos en la Grande Plage, que es quizás de las más concurridas. Sus mansiones y casas burguesas, su aspecto señorial, sus tiendas de grandes (y caras marcas) se dan la mano con los surferos o la zona del puerto de los pescadores. 

No os podéis volver sin probar algún pastel, chocolate, o (como en mi caso) un helado de Maison Pariès con cacao puro que me supo a gloria (he conocido a posteriori la fama del establecimiento). 

La Grande Plage (un placer para los sentidos)
 
Surferos en la Grande Plage

Y por último, Bayona, la ciudad más grande el País Vasco francés, a la que llegamos justo cuando celebraban un merdado medieval, con lo que había mucha gente por la calle, espectáculos callejeros y multitud de puestos. Pero eso no nos impidió disfrutar de la ciudad en todo su esplendor. 

Su catedral gótica me gustó mucho, aunque no la pudimos visitar por encontrarse cerrada, aunque algún recoveco nos permitió asomarnos a su claustro. El paseo a orillas del río Nive contemplando las casas tan coloridas a ambos lados del río también es bastante recomendable. Este río justamente separa la ciudad en sus dos barrios principales, Gran Bayona (núcleo romano y antiguo de la ciudad), y Pequeña Bayona (de origen medieval), que junto al de St. Esprit (también de origen medieval) son los tres barrios que conforman la ciudad. En la Gran Bayona se encuentran la catedral y el Castillo Viejo, así como su Ayuntamiento y el Mercado cubierto. Es una ciudad que me he quedado con más ganas de conocer, me ha encantado su ambiente urbanita, pero a mismo tiempo relajado, sus calles, y por supuesto tengo que volver a visitar su catedral o el Jardín Botánico. 

Bayona: Rue de Pont-Neuf

Claustro de la catedral de Bayona

Bayona: Catedral


Y esto fue todo en el País Vasco francés, ese día nuestro destino era Burdeos, donde habíamos reservado hotel en Merignac (en la zona próxima al aeropuerto). Comimos de picnic, unos ricos bocadillos y patatas fritas que compramos en uno de los múltiples bares próximos a la playa en San Juan de Luz, a medio camino entre San Juan de Luz y Biarritz. 

Elegir una me costaría, me debatiría entre San Juan de Luz y Bayona, aunque esta última no tiene playa y el encanto de los pueblos pescadores me puede. Y vosotros, ¿con cuál os quedaríais? 

Hasta la próxima, y gracias por vuestros comentarios. 


Aquí el plano de Bayona, con los ríos Nive y Adur y sus tres barrios históricos

jueves, 6 de agosto de 2015

VACACIONES DE VERANO III

El miércoles 8, tras un buen desayuno y la visita al Reina Sofía con el objetivo de ver el Guernica, poníamos rumbo al País Vasco, lugar que hacía ocho años que no visitaba y que mi costillo no conocía. Nos alojaríamos en Hondarribia, en un lugar de ensueño durante tres días, aunque nuesta primera parada sería Vitoria, ciudad desconocida para ambos, y donde el tiempo nos dio una pequeña tregua, con un poco más de fresco (nunca demasiado).

En Vitora hicimos solo una breve parada de poco menos de dos horas, como primera incursión y para conocer un poco la ciudad paseando por ella y merendar en una terraza. Nos gustó mucho su catedral, la de Santa María (fuente de inspiración de numerosos escritores y artistas) y su casco antiguo, cuyas calles conservan aún su trazado medieval con su característica forma almendrada. Sus palacios renacentistas, de estilo italiano del siglo XVI (Montehermoso, Villa Suso, Escoriaza-Esquível...) son otra de sus joyas, si bien sólo pudimos contemplarlos exteriormente a través de nuestro recorrido.

Aunque sin duda lo que más me gustó fue esa mezcla o integración de tradición y modernidad que tienen también otas ciudades vascas. Para muestra un botón: los grafitis que adornan la parte antigua en la subida a la zona más alta, hasta encontrarnos con la catedral.


Tras nuestra corta visita (nos hemos quedado con ganas de más, volveremos) nos dirigimos a Hondarribia, a conocer el que sería nuestro remanso de paz durante los próximos tres días, un alojamiento rural, a los pies del monte Jaitzkibel junto a los humedales o las marismas de Tkingudi, a las afueras de la bella localidad de Hondarribia, el Art & Relax Paperki Enea. Un lugar precioso, lleno de calma y regentado por dos artistas del papel, Kikis y Josefo, que te hacen sentir como en casa y preparan unos desayunos excelentes, todo ello a un precio genial, 55 € por noche, a lo que hay que sumarle el desayuno, que preparan con esmero previo aviso, y como a mí me gusta (con salado y dulce, tostadas y bizcochos o croissants, fiambres, queso, frutas, cereales, tés, cafés, infusiones). Podéis echar un vistazo a su página, si la llámais los precios son mejores que en cualquier buscador. A nosotros nos encantaría volver.

Vistas desde la habitación

Esa tarde-noche nos dedicamos a descansar un poco, visitar Hondarribia y tomar unos pintxos en el centro en un bello rincón, acompañados por la música de un chico que cantaba estupendamente, si bien en la elección del lugar no estuvimos muy acertados, comimos rico, pero escasamente, con un ritmo demasiado slow y tarde. Íbamos buscando un restaurante, el Gran Sol, recomendabo por mi amiga y que encontramos cerrado. Parece ser que un miércoles a partir de las 22 horas era un poco tarde para cenar por estos lares.

Los días posteriores, los dedicaríamos a visitar San Sebastián, una ciudad que me encanta y que ya conocía bien de otras ocasiones, porque tengo una amiga de mi pueblo que se enamoró de un vasco, de Rentería para más señas, y que lleva allí díez años. La visité en dos ocasiones, la última por su boda, y tras ocho años sin verla esta fue la mejor parte del viaje, estábamos hasta nerviosas, y en la mañana del jueves me planté en la peluquería en la que trabaja, en el centro de San Sebastián (en adelante Donosti, que es más corto) para darle una sopresa.

El Cantábrico desde el Monte Jaitzkibel
Pasajes San Juan
Antes de la visita a mi amiga llevé a mi costillo a Donibane o Pasajes San Juan, que junto a Pasajes San Pedro, son las dos aldeas que conforman el municipio de Pasajes, un lugar precioso de calles empedradas en torno a la ría (cauce del Oyarzun) y el puerto de Pasajes, con rincones de singular belleza y un montón de sitios donde tomar unos pinchos o comer estupendamente. Entre los más recomendables el Txulotxo y el Casa Cámara, aunque en esta ocasion nosotros comeríamos en Donosti, concretamente en La Espiga, muy cerca de la Concha y del Hotel Londres en la calle San Martzial. Buenas opciones son también el Gambara, La Cuchara de San Telmo o La Mejillonera (estos dos últimos en la parte antigua y cada uno de un estilo distinto). El último es un bar tipo tasca para tomar unas patatas bravas, unos calamares o unos mejillones de pie, acompañados de unas cervectias o unos txacolís, no es un sitio para una comida lujosa o romántica, pero a mí me encanta. Así que allí también llevé a mi costillo. En la zona del puerto también hay lugares magníficos para comer buen pescado o marisco. Pero podría seguir y no parar, porque hay pocos lugares en Donosti donde no se coma bien (salvo que te vayas a un Burguer King, Mc Donnals o similar, lo cual tendría delito).

Y en Donosti habría tanto por ver y hacer que fue un no parar, pero ya se sabe que "sarna con gusto no pica", entre esperar a mi amiga que saliera del trabajo mientras recorríamos el casco antiguo y el puerto, merendar con ella en la Perla y que sea como si no hubiera pasado el tiempo y que la horas pasen sin darnos cuentas, irnos a Rentería al Pincho-Pote (los jueves durante unas horas, de 19 a 21 horas en este caso te ponen pintxo gratis con la bebida) para ver a su marido y conocer (al fin) a su hijo. Así que jueves y viernes nos lo pasamos prácticamete en Donosti, quería que mi costillo subiera a Monte Urgull y a Monte Igeldo (con ese parque de atracciones tan vintage, como se dice ahora, que me fascina), con esas vistas, subir en funicular, visitar la playa de Ondarreta, ver el Peine de los Vientos de Chillida (que a mí me encanta) y quedar con ellos el viernes noche para cenar en un lugar estupendo, un caserío en el campo, a las afueras de Rentería, donde los más osados comieron un codillo con una pinta brutal, y yo una tortilla de bacalao exquisita. Y quizás me estoy enrollando mucho, con la comida y con todo, pero esta tierra bien lo merece. Y aún así me dejo cosas en el tintero, como las anchoas o el queso Idiazábal.

Y es que cuando pienso en País Vasco pienso en un país para comérselo, je je. Es una tierra que me tiene enamorada, tanto por sus paisajes, su gastronomía, como por su gente.

Donosti desde Monte Igeldo


Resulta imposible no dejarse nada en el tintero, pero como aún queda mucho viaje, por hoy, paramos aquí. Próximo destino: País Vasco francés (San Juan de Luz, Biarritz y Bayona) y Burdeos (la France, al fin).


martes, 4 de agosto de 2015

LO MEJOR DE JULIO



A menudo me asomo a otros blogs a leer este tipo de post, lo mejor de ... (el mes en cuestión) y he decidido subirme al carro porque es una idea que me gusta, sobre todo porque al ponerme a enumerar qué ha sido lo mejor de este julio que acaba de terminar soy consciente de que ha habido muchos momentos buenos, así que trataré de hacerlo en adelante, para tomar conciencia de todo lo bueno que me rodea.


٧        El anhelado fin de curso, este año se ma ha hecho duro y largo, así que el día 30 me quedé en el insti hasta las tantas y terminé mil cosas pendientes para no tener que pisarlo en julio. 

٧        Leer La Magiadel orden de Marie Kondo y poner mi casa y mi vida (o al menos parte de ella) en orden. Ha sido liberador y gratificante. ¡¡¡ De cuántas cosas me he deshecho!!! 

Así de ordenaditos han quedado mis cajones.

٧        El  viaje que hemos realizado por España y el sur de Francia, y que trato de contaros aquí.

Célebre portada de Saint Pierre de Moissac
٧       Desvirtualizar a unas cuantas personitas, entre ellas Begobolas, La_retalera y Ana Confeti, y haber vuelto a ver a Espe y a Eva (Ítaca) y coincidir de puñetera casualidad en Persignan con Marianne y Fer, a quienes conozco de hace años en Ciao (esto sí que fue gracioso). 

٧      Encontrar la Mercería de mis sueños en Perpignan, y descubrir que vende por Internet. (Esto da para otro post). http://www.lacouseriecreative.com/fr/ 

٧      Volver a cocinar con tiempo y ganas, y probando cosas nuevas, lo mejor ha sido el pastel de limón del blog de María Lunarillos. 
 
Lo poquito que quedó de él tras la cena, eso es buena señal
٧       Recibir mis Summer Breeze de Lolita von Stoff  y "el mundo a mis pies" con un 25 % de descuento. El cuidado y el mimo con el que están hechas se nota, y Paula es un amor a la hora de personalizar cada pedido y poner el máximo cuidado para que todo llegue perfecto. Estas zapas también merecen post aparte, porque han sido el mejor descubrimiento para mis pobres pies. 

Me encantan
٧        Haber hecho mi primera mochila ha sido para mí todo un logro costuril. 
 
Mi primera mochila
٧        Disfrutar del placer de no hacer nada (cosa de la que había sido incapaz hasta ahora).

٧        Visitar en estos últimos días a mis papis y a mis sobris. 

٧        Pero lo mejor de todo es darme cuenta de que aún me queda por delante otro mes de vacaciones enterito, con cada uno de sus días, que pienso aprovechar al máximo.  


¿Qué tal vuestro mes de julio? ¿Habéis tenido vacaciones o estáis a punto?